Les escribo en tiempos revueltos e inciertos. La confianza en la cooperación internacional y el multilateralismo para resolver los retos mundiales se está desvaneciendo. El retroceso de decenios de inversión en desarrollo está sometiendo a una presión sin precedentes a una arquitectura que ha facilitado enormes progresos mundiales.
La resiliencia y la aceptación de las posibilidades de cambio son las señas de identidad de una organización ágil. El Informe anual 2024 del PNUD es un testimonio de ambas cosas y un poderoso recordatorio de que la cooperación para el desarrollo no ha fracasado, como cabría afirmarse. Más bien al contrario, ha dado frutos extraordinarios en los últimos seis decenios: enfermedades erradicadas, índices de pobreza en mínimos históricos, esperanza de vida en máximos históricos, millones de niñas más que asisten a la escuela y casi el 70 % de la población mundial conectada a Internet. Estos logros no son meras casualidades, sino el fruto de una inversión deliberada y sostenida en desarrollo, tanto en el ámbito nacional como mundial.
El presente informe rinde homenaje a estos ejemplos de resiliencia e innovación. En sus páginas se destacan los países que recurren a los mercados de capitales para financiar el crecimiento sostenible; los empresarios que aprovechan las herramientas digitales para satisfacer necesidades y abrir nuevos mercados; las empresas que invierten en economías verdes; y las comunidades que impulsan la innovación en medio de la incertidumbre. Estos ejemplos demuestran que el desarrollo funciona y que transforma vidas.
Sin embargo, los riesgos a los que se enfrenta el mundo y las amenazas a la seguridad (cambio climático, conflictos, inestabilidad económica, migraciones masivas, etc.) tienen su origen en fallos crónicos del desarrollo. Estos retos trascienden las fronteras y no podrán atajarse mientras el valor de la cooperación internacional siga siendo objeto de debate. Para encaminarnos hacia un futuro sin riesgos y gozar de un mundo más seguro y próspero, debemos afrontar estos problemas sin rodeos. Y para lograrlo, deberemos trabajar juntos reconociendo nuestros intereses comunes e invirtiendo en vías de desarrollo recíprocas.
No hay respuestas sencillas a la actual situación de emergencia del desarrollo. Sin embargo, las tecnologías emergentes traen consigo grandes promesas como aceleradoras del progreso. La transformación digital y la inteligencia artificial ofrecen oportunidades sin precedentes que van desde la creación de empleo para el siglo XXI hasta la construcción de infraestructuras resilientes y la optimización de la gestión de recursos. Sin embargo, se trata de tecnologías que deben aplicarse de forma responsable mediante la cooperación internacional, las inversiones en infraestructuras públicas digitales, una mejor capacitación y la garantía de un acceso equitativo para evitar el agravamiento de las disparidades. Un futuro en el que 8.000 millones de personas puedan prosperar depende de este planteamiento.
A pesar de los trastornos de 2024, el PNUD se mantuvo firme en su misión de ofrecer resultados en materia de desarrollo allí donde más se necesitaban. Este Informe anual refleja nuestro inquebrantable compromiso de impulsar el desarrollo en distintos contextos y demostrar nuestra capacidad de adaptación e innovación en un mundo cada vez más complejo. Nuestra facilidad para colaborar y responder a las prioridades específicas de desarrollo de los países con un apoyo a la medida de cada uno es uno de nuestros mayores activos. El historial del PNUD ilustra nuestro compromiso de mirar hacia el futuro, aprender constantemente y adaptar sin descanso nuestra oferta a las personas a quienes servimos, ya sea, por ejemplo, invirtiendo en empresas dirigidas por mujeres en el Afganistán o distribuyendo medicamentos a las personas que viven con el VIH en Zimbabwe.
Al dirigir nuestra mirada hacia lo que promete ser un 2025 convulso, el PNUD no solo ve retos, sino también oportunidades: las oportunidades que surgen cuando elegimos la colaboración en lugar de la confrontación y la solidaridad en lugar del aislamiento. Los mayores progresos tendrán lugar cuando volvamos a pensar de nuevo los unos en los otros, unidos por una visión común de un futuro mejor para todos.